Nuestro socio José Luis Lozano, médico de familia desplazado a Turquía con el Equipo Técnico Español de Ayuda y Respuesta en Emergencias START supone un verdadero ejemplo para nuestro club. A través de su experiencia conocemos la dimensión de un desastre que vivió en primera persona ayudando y cooperando con un equipo humano insuperable
Trabajar en turnos de hasta 14 horas diarias, atender a una media de 200 pacientes cada jornada, o desempeñar su labor bajo presión, no fueron factores suficientes para impedir a este médico de familia viajar hasta el sur de Turquía y ofrecer su ayuda a los afectados en el terremoto de magnitud 7,7 en la escala de Richter, el terremoto más intenso registrado en la región desde 1939.
José Luis Lozano, socio del Círculo Mercantil, forma parte, prácticamente desde su creación en el año 2017, del Equipo START (Equipo Técnico Español de Ayuda y Respuesta a Emergencias), conocidos como “los chalecos rojos”, perteneciente a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Además, en Sevilla, forma parte de la Comisión de Catástrofes a nivel provincial, por lo que “el feedback que he recabado allí va a redundar en cómo vamos a organizar aquí casos parecidos”, asegura.
Cuando surge una emergencia de nivel 4, catalogada como emergencia supranacional, se declara el estado de emergencia y se solicita la ayuda a la ONU y OMS. Según esta última organización, las 36 primeras horas tras la catástrofe son denominadas “horas doradas” y en este tiempo sólo pueden prestar ayuda internacional los países vecinos. Por lo que, cuando el equipo START llegó al lugar de la catástrofe cinco días después, tenían muy claro que su objetivo no era salvar a las víctimas, sino paliar las carencias de atención primaria surgidas en el lugar del desastre. “En los días en los que estuvimos vimos muchas congelaciones, catarros, resfriados, gente muy frágil y personas con enfermedades crónicas que estaban realmente tocadas”, nos explica José Luis.
“El hospital de la localidad de Alejandreta se había venido abajo, era una montaña de escombros”, recuerda, al tiempo que pone en valor la encomiable labor de los equipos españoles desplazados hasta la zona que ofrecieron, entre otras cosas, atención primaria y de urgencias. Garantiza que, dadas las circunstancias, el hospital que montó junto a su equipo se convirtió en el centro de referencia. “No ha habido gente más volcada que nosotros, ni que se haya desplazado tan rápido”.
“Una labor muy importante fue la del equipo de psicosocial. Llevábamos una psicóloga y un psiquiatra que eran mano de santo, y la labor de los intérpretes también fue brutal”, puntualiza Lozano. De esta forma, nuestro socio otorga especial importancia a las secuelas que arrastraban las personas que habían perdido a seres queridos a causa del terremoto: “la gente se sentía culpable de sobrevivir. […] Esto ocurrió de noche, y tenían pánico a dormir. Dormían durante el día y, durante la noche, permanecían despiertos por si pasaba algo. Las personas que vivían en edificios de varias plantas tenían los colchones en la terraza por si había que tirarlos a la calle y saltar del edificio. Gente diabética, con problemas respiratorios agudizados y muchísimos niños”.
Pese a las duras condiciones en las que llevaron a cabo la misión en Turquía, tras haber participado en labores de cooperación en lugares como Serbia, o en los incendios forestales de Portugal, José Luis Lozano está acostumbrado a sacar fuerzas de donde no las hay para ayudar a la gente que lo necesita. “Al final descansabas un poco y en cuanto pasaban unas horas te acercabas por allí para ver si podías echar una mano. Había que tener actitud y aptitud”.
Sin embargo, a pesar del horror del que fue testigo en Turquía, asegura haber vuelto a España con la gratitud de haber podido compensar el desastre. “Nos hemos sentido muy arropados por la gente de la zona y hemos hecho muy buenas amistades. Se ha hecho el trabajo y se ha hecho el esfuerzo, y estas personas, durante un tiempo, han estado entregadas. La constante que nos repetían era: muchas gracias por estar aquí, muchas gracias por venir desde la otra punta de Europa a ayudarnos”.
Es tal la vocación por su profesión que, tras los 15 días que pasó en la misión, nos confirma sin dudar que volvería a repetirla. “Tenemos planteada una rotación cada 15 días. Iba a ir a la tercera rotación, pero no me han dejado”, reconoce.
Del mismo modo, José Luis anima a todo el mundo que tenga la inquietud de colaborar a dar el paso. “Cualquier forma de ayuda es bienvenida, no hace falta ser médico ni cirujano. Las necesidades son tan brutales, intensas y variadas, que lo que se necesita es no quedarse congelado, sino estar para apoyar y movilizarse”. Así, puntualiza que a través de la Agencia Estatal de Cooperaciónsiempre se publica contenido explicativo para saber de qué manera “puede echarse una mano”.
De vuelta en España, nuestro socio reconoce que sigue hablando con los compañeros del Start que han estado desplegados en Turquía, al tiempo que se apoya en su familia.
Satisfecho, echa la vista atrás y evalúa orgulloso el trabajo de los equipos españoles desplazados hasta la zona de la catástrofe. “Arrimarnos a la gente, el contacto físico, y el apoyo emocional, valen muchísimo. Ese es el carácter español, nuestra seña de identidad y una manera de influir positivamente en cómo el resto del mundo nos ve. Creo que hemos estado a la altura”, manifiesta José Luis Lozano, tras haber compartido con nosotros una historia de gran valor ejemplarizante e inspiradora.
Es evidente que sí. Han estado a la altura y desde el Círculo Mercantil, su club, nos sentimos profundamente orgullosos de contar con socios de tan alta calidad humana que sirven como ejemplo a niños y mayores en una entidad familiar como la nuestra.