Además de presidente entre los años 1874 y 1875, fue vicepresidente y vocal en juntas que fueron desde la fundación en 1868 hasta 1892. Posiblemente la mayor aportación que Vicente Aceña y Santa Cruz dejaría como directivo fue el impulso de fundar un Ateneo Científico, preámbulo del que posteriormente fundara en 1887 el insigne erudito sevillano Manuel Sales y Ferrer (1843-1910).
En muchas ocasiones por el devenir del tiempo, quedan ocultos los nombres de muchas figuras que tuvieron a lo largo de su vida una huella trascendental en el mundo comercial sevillano como fue el caso de Vicente Aceña Santa Cruz que, aunque hemos podido rescatar pocos datos biográficos hasta este momento, no por ello deberíamos dejarlo al margen de la influencia que ejerció en el originario Centro Mercantil.
Del diario de la noche España Libre del 27 de diciembre de 1912, cuando ya había fallecido, se han podido rescatar algunos datos profesionales firmados por el redactor Dionisio Lagía, constando que en 1872 fundó una agencia de aduanas, lo que le define como una persona valiosísima, que ya procedía de nombre respetable y estimado por su honradez. Dotado de generales simpatías, comenzó su negocio, y bien pronto adquirió gran importancia, que fue acrecentándose día a día. Toda una vida de prestigios y laboriosidad consagran respetuosamente tal razón social, que funcionaban en las esferas del alto comercio.
El respetable y estimado don Vicente Aceña murió joven aún, en todo el vigor de sus energías y facultades, dejando a sus hijos, don Vicente y don José, muy jóvenes, niños aún por la edad, pues apenas contaban quince años. Sabemos que nació en 1836 y su esposa fue doña Josefa Fernández Polo. Fue uno de los socios fundadores del Centro Mercantil, ostentando el número cinco. Vivía en la calle Lineros y su profesión era comerciante de tejidos. Colaboró en el periódico El Comercio Andaluz, órgano del Centro Mercantil, que se publicaba los miércoles y los domingos, cuyo propietario fue don Ramón Martínez Lombardo.
No solamente tuvo un papel trascendental en el mundo comercial sevillano, sino que representó un papel trascendental en el seno del Centro Mercantil de Sevilla, prácticamente desde que se fundó. Su nombre ya quedaría reflejado en la primera Junta Directiva presidida por Simón Martínez, con el cargo de vicepresidente, habiendo participado como secretario en las Juntas Directivas interinas de constitución de la institución social, desde que se celebrase la primera reunión el 25 de octubre de 1868 en la Casa Lonja, a instancia de la propia Comisión Organizadora, a la que pertenecía.
Una de sus primeras actuaciones consta con motivo de la inauguración de la sede social el 8 de mayo de 1870, haciéndose la Junta interprete de los sentimientos de caridad de los señores socios para con los necesitados, estableciéndose que entre las 8 y las 10 de la mañana, se repartieran 500 hogazas de pan a los pobres, en nombre de la sociedad; para cuyo efecto se repartirían a cada socio, una comunicación y dos papeletas representativas de medio hogaza de pan para cada uno. Para ello se nombró una comisión compuesta por don Ignacio Pérez, don Genaro Gómez, don Vicente Guzmán y don Vicente Aceña.
Desde muy pronto, su nombre iría unido a los grandes proyectos de la recién creada sociedad, como fue la reforma de su propia sede social. Fue el encargado de nombrar una comisión que entienda y se encargue de las obras que han de ejecutarse en el local que se ha tomado para fundar esta sociedad, el cual está situado en la calle Cuna nº68. En la segunda Junta Directiva que presidiría Simón Martínez, ya en 1871, volvería a ser nombrado vicepresidente. Consta entre los miembros asistentes a la primera Junta Directiva, D. Simón Martínez, D. Gonzalo Segovia, D. Pedro Figueras, D. José María Moreno, D. Manuel Casados, D. Manuel Jiménez, D. Manuel del Corral, D. José María Ballestero y D. Vicente Aceña.
Sin embargo, curiosamente, con la muerte prematura de Simón Martínez, Vicente Aceña se vio al margen de las siguientes Juntas Directivas que se fueron sucediendo, en un periodo muy difícil de conflictos internos, unidos a los que de por si tenía la época del sexenio revolucionario, periodo de agitaciones políticas y sociales. Fue sin ninguna duda el propio Vicente Aceña el que impulsaría una vez más el Centro Mercantil, emulando aquel primer periodo de inició con Simón Martínez. Sería en la Junta General de 1º de febrero de 1874, cuando sería nombrado Presidente Interino, al no aceptar Miguel Casade la presidencia del Centro. En la Junta Directiva de 7 de febrero de 1874, Vicente Aceña tomó posesión del cargo de presidente, manifestando el deber moral en que estaba de llevar a cabo el acuerdo de la Junta Directiva de que figurase en la sala de Sesiones el retrato del digno fundador de este Centro, Sr. Simón Martínez. Un gesto en el que se veía ya claramente la intención de renovar a la propia institución. Uno de los primeros problemas que tuvo que resolver fue la prolongación del contrato de arrendamiento del local de la Sociedad con el propietario (Junta Directiva del 7 de febrero de 1874, p.50), asumiendo las condiciones de prórroga de tres años. Nuevamente, el Ayuntamiento solicitó una aportación económica para la celebración de la Semana Santa, ya que ello podía satisfacer al comercio sevillano por el número de forasteros que podían venir. Finalmente, se acordó que el Centro Mercantil aportara una cuantía de 500 reales (Junta Directiva del 13 de marzo de 1874, p.60). Con su mandato se autorizó el juego de naipes, no tanto el de azar, disponiendo que la Comisión de Esparcimiento se encargara de fijar la cuantía que debía de abonarse (Junta Directiva del 30 de abril de 1874, p.70). Al mismo tiempo se reformaría el local, que consistiría en la creación de una sala tertulia (Junta Directiva del 23 de septiembre de 1874).
El 26 de diciembre de 1875 se procedió al nombramiento de la nueva Junta Directiva para el año próximo y mitad del Jurado, siendo nombrado presidente, D. Vicente Aceña. El resto de la Junta Directiva lo formaría D. Miguel de Palacios, como vicepresidente; D. Ramón García Barraca, como Contador; D. Manuel Martínez Herrero, como Tesorero; D. Cipriano García de la Peña, como secretario, a los que se unirían como Vocales: D. Pablo Delor, D. Manuel Tascon. D. Jacinto Sánchez, D, Ricardo Medrano, D. Pedro Ferrer, D. Carlos Martínez, D. Román García Gil, D. José de la Cerda, D. José Guitard y de Torres, D. Ezequiel Pérez, D. Faustino Moreno, D. Victoriano Garzón, D. Abundio de Lara, D. Federico Lastortres y D. Esteban Romero. Los primeros meses del año 1876 no hubo grandes acuerdos por parte de la nueva Junta, aunque cabe mencionar la relación institucional que surgiría con la Real Sociedad Amigos del País (Junta Directiva del 23 de febrero de 1876), y la instalación de un Servicio Telegráfico con la Habana, por su interés comercial (Junta Directiva del 25 de abril de 1876). Las cantidades adeudadas con los herederos de D. Simón Martínez habían sido saldadas ya en junio de este año, tal como fue informada la Junta General de Socios, por lo que en la tónica de la lectura de las actas se deduce que ya se podía precisar una cierta mejoría en la vida de la sociedad, con un incremento de socios (Junta General de Socios de 25 de diciembre de 1876).
Una segunda Junta Directiva presidida por D. Vicente Aceña sería nombrada el 25 de diciembre de 1876, siendo Vicepresidente D. Eulogio García; Contador: D. Román García Barraca; Tesorero: D. Manuel Martínez Herrero, Secretario: D. Cipriano García de la Peña y los vocales D. Pablo Delor, D. Manuel Rodríguez Palacios, D. Jacinto Sánchez, D. Ricardo Medrano, D. Pedro Ferrer, D. José María Capitán, D. Román García Gil, D. José de la Cerda, D. José Guitart, D. José Chamagirand, D. Faustino Moreno, D. Victorino Garzón, D. Esteban Romero, D. Marcos Martínez Delgado y D. Andrés Gallardo y Gallardo. El de 6 de febrero de 1877 se celebró la primera Junta Ordinaria, presidida por D. Vicente Aceña, aunque tuvo que aceptar la dimisión de D. Manuel Martínez en su cargo de tesorero, siendo sustituido por D. Pablo Delor. En la Junta General de 23 de diciembre de 1877 se respiraba ya un espíritu optimista, que dejaba atrás la etapa anterior, percibida en la Memoria presentada a los socios por el presidente saliente: El estado de nuestra sociedad es bastante próspero con respecto a los años anteriores, como tendréis ocasión en el estado comparativo que os presentamos. La mejor armonía, la más expresiva confianza, un cariño verdaderamente fraternal reina entre todos los individuos de nuestra modesta sociedad, teniendo nosotros el orgullo de decir que ni el más pequeño disgusto, la más leve diferencia han venido a turbar este estado satisfactorio. Los individuos que tengan la honra de obtener vuestros votos para sucedernos en el puesto que hoy dejamos, hallarán en vosotros la misma confianza que a nosotros nos habéis dispensado, y su administración seguirá progresando, estamos seguros de ellos; que no debe esperarse otra cosa que una sociedad cuando todos sus individuos caminan al mismo fin. Como habréis tenido ocasión de notar, el Centro ha aumentado gran parte de su mobiliario. El Gabinete de lectura está en las mejores condiciones recibiéndose en él más de cien publicaciones así nacionales como extranjeras, sin que estos gastos hayan hecho olvidar otras atenciones de carácter sagrado en toda Sociedad bien organizada.
Es curioso precisar los presupuestos que se aprobaron para el primer semestre de 1878: Ingresos totales de 60.000 reales, desglosados en las cuotas mensuales (33.000), Productos de Billares (13.000), Producto de Tresillo (12.000) y del Dominó (2.000), frente a los 60. 000 reales de Gastos, que desglosados sería Renta de la Casa (12.000); Alumbrado de Gas, (7.200); Sueldo del personal, (15.000) y la Contribución Industrial, (2000); Suscripciones a periódico (5.000); Gastos Generales (3.500); Gastos Menores, (3.000); Gastos de Billares (2000); Mobiliario (3000); Reparos por cuenta de la Sociedad (500); Imprevistos (1.800) y Obligaciones anteriores (5.000 reales). Entre los años 1876 y 1877 se pueden apreciar una ligera mejora ya los ingresos por cuotas mensuales era de 62.564 respecto a 66.368 reales respectivamente, y la totalidad de ingresos de 108.679 a 116.801 reales. De la misma manera se puede apreciar una estabilidad en el número de socios ya que, a fin de año de 1877, el número de socios ascendía a 354, y que a pesar de haber tenido setenta bajas voluntarias unas, por ausencias y defunciones otras, el número se elevaba a 401.
A principio de 1878 dejaría la presidencia, siendo sustituido por Eulogio García y García, comerciante de tejidos, que vivía en la calle Francos 45 y uno de los primeros cien socios del Centro Mercantil. Vicente Aceña ostentaría el cargo de vocal con dicho presidente, cargo que volvería a repetir en la segunda Junta Directiva de Eulogio García y García nombrada el 29 de diciembre de 1878.
La Memoria presentada a los socios daría nuevamente una percepción de optimismo en la marcha de la Sociedad: La situación del Centro Mercantil es en la actualidad bastante satisfactoria, creciendo de día en día y número de sus socios (...) El estado financiero de esta Sociedad sigue el mismo grado de prosperidad que ya empezó a notar en los dos años precedentes, por lo cual esta Junta ha podido atender no solamente a sus ordinarias obligaciones, sino la disminución de deudas anteriores, que es ya de justicia ir extinguiendo para buen nombre y crédito del Centro; sin olvidar a la vez de la conservación y aumento de su mobiliario, que dejamos a nuestros sucesores en el mejor estado.
Posiblemente la aportación que Vicente Aceña y Santa Cruz dejaría en su cargo de vocal sería el impulso de fundar un Ateneo Científico, preámbulo del que posteriormente fundara en 1887 el insigne erudito sevillano Manuel Sales y Ferrer (1843-1910), una de las figuras más emblemáticas de la cultura sevillana de finales del siglo XIX. Se tiene constancia en el art. 1" del Reglamento del Mercantil, que uno de sus objetivos era contribuir a la mejora moral y material del hombre y la Sociedad, mediante el cultivo y la propagación de la ciencia, la literatura, las artes y todo género de conocimientos Útiles». De esta manera se formaría una comisión formada por Vicente Aceña y Cayetano Garcés, para que se avistase con los iniciadores del pensamiento y conviniesen la forma de realizarlo teniendo en cuenta las bases siguientes (…). Entre las bases se establecía que todos los socios del Ateneo Científico serían socios del Círculo, y como tales se regirían por su reglamento y sus estatutos. En el caso de que la Sociedad del Ateneo trajese 100 ó 150 socios al Centro destinarían cincuenta duros a la biblioteca de la sociedad; si fuesen ciento cincuenta socios, setenta y cinco duros y así sucesivamente. Al mismo tiempo se considerarían socios del Ateneo todos los que ingresasen como tales y no lo fuesen del Centro en 1º de diciembre del año actual. El Centro no se obligaría a comprar la estantería que sirviese para alojar la biblioteca del Ateneo, y en el caso de que el Centro Mercantil y el Ateneo considerasen separarse, tendría que ser avisado con tres meses de antelación (Junta Directiva del 4 de diciembre de 1879). El 13 de diciembre en Junta Directiva se acordó que una vez aprobada en Junta General la instalación dentro de esta Sociedad del Ateneo pasar comunicaciones a la Liga de Contribuyentes y al Club de Regatas manifestándole que no era posible al Centro seguir proporcionándoles los locales que se les habían concedido para la celebración de sus Juntas.
De esta manera en la Junta General del 14 de octubre de 1879 se aprobó el Convenio con el Ateneo, que se habría firmado entre los representantes del Centro Mercantil, D. Eulogio García, D. Vicente Aceña, y D. Cayetano Garces y los correspondientes al Ateneo, que serían D. Federico de Castro, D. Manuel Sales y Ferrer, D. Antonio Machado y Núñez, D. Mauricio Gordillo, D. Andrés A. Vázquez y Cano. 1º El Ateneo Hispalense y el Centro Mercantil conservaran el carácter de sociedades independientes, salvo las limitaciones y mutua relación que establecen estas bases; 2º Mientras dura esta concordia, los socios del Ateneo hispalense se reputarán supernumerarios del Centro Mercantil y los del Centro Mercantil supernumerarios del Ateneo; 3º El carácter de socios supernumerarios del Ateneo Hispalense que tienen los del Centro Mercantil, les da derecho a disfrutar de la Biblioteca y gabinete de lectura de aquél, pero no hacer uso de la palabra ni ser elegido para los cargos. A su vez los socios del Ateneo gozarán de todas las facultades que tienen los del Centro, excepto tomar parte en sus deliberaciones y ejercer los cargos de su Junta Directiva. 4º El Centro Mercantil deja a disposición del Ateneo Hispalense las habitaciones altas de la casa que ocupa, con exclusión del Gimnasio, que estará abierto las horas convenidas por ambas juntas directivas en interés de una y otra corporación. 5º las habitaciones cedidas al Ateneo convenientemente amuebladas, según convengan las distintas juntas directivas o sus delegados entendiendo que los muebles continúan siendo propiedad del Centro. Serán, sin embargo, de cuenta del Ateneo las estanterías propias para Biblioteca y material científico, que quedarán como éstas de su exclusiva propiedad. 6º El Centro Mercantil verificará las cobranzas de las cuotas pertenecientes a los individuos del Ateneo por la lista que entregará éste con la debida anticipación, pero sin percibir más que la mitad de las cantidades que recaude. Los que a la fecha de esta Concordia fuesen socios del Centro Mercantil y quisieran serlo del Ateneo como numerarios, satisfarán además de lo que actualmente pagan al Centro media cuota al Ateneo, que quedará íntegra para éste. 7º. No obstante, lo estipulado, en las bases anteriores, si el Ateneo Hispalense establece alguna vez cuota de entradas, quedará ésta entera para él: 8º. Todas las cuestiones que se susciten entre ambas sociedades se dirimirán amigablemente por igual número de individuos de una y otra junta; 9º. Las dos corporaciones para la determinación de esta concordia quedan obligadas a avisarse con cuatro meses de anticipación; 10º. El Ateneo no podrá ceder el local que ocupe para reuniones de personas o corporaciones extrañas a él. 11º Las bases de este acuerdo no surtirán efectos hasta que fueran aprobadas por ambas sociedades.
En la Junta General de Socios de 14 de octubre de 1879 cesaría la Junta Directiva que había presidio D. Eulogio García y García dejando constancia una vez más del buen momento que vivía el Centro Mercantil, como consta en la Memoria presentada a los socios: tenemos la satisfacción de presentaros los datos que están sobre la mesa, y de los cuales encontrase el Centro Mercantil en la actualidad en el más próspero estado que pudo alcanzar desde su instalación. La nueva Junta estaría compuesta por el nuevo presidente Francisco Delgado, y de nuevo como vicepresidente, Vicente Aceña. Uno de los más importantes proyectos que realizaría la nueva Junta sería la reforma del local, que gracias a los informes técnicos nos da ciertas pistas de cómo sería su morfología: Que el mahón de mampostería que tiene la fachada entre los dos huecos principales se corten por el arranque de las roscas de ladrillos que constituye el arco o hueco de puertas y sean sustituidas por planchas y columnas, colocando una balaustrada corrido que abarque sus extremos; 2º que se quite la cancela de cristales que está en la portería y en su lugar se coloque otra que ocupe todo el hueco en su ancho y alto con una puerta en el centro; destruir la escalera de mampostería levantando una espiral de hierro; abrir un hueco de medio punto que dé a la segunda galería y la habitación (…) (22 de abril de 1880). En la Junta General del 27 de junio de 1880 se daría cuenta de la farola y balaustrada que se estaba haciendo para la fachada y puertas principales para la entrada al local, única reforma que la Directiva había aceptado de las varias presentadas por algunos señores socios. El 26 de diciembre de 1880 en Junta General de Socios sería aprobada la nueva Junta Directiva presidida nuevamente por D. FRANCISCO DELGADO Y DELGADO. La Vicepresidencia seguiría siendo ocupada por D. Vicente Aceña.
Entre 1880 y 1890 no nos consta su actividad en el seno de ninguna Junta Directiva, aunque no por ello pensemos que dejara de ser un mero miembro activo. Su vuelta coincidiría con la salida de José Montes Sierra de la presidencia el 25 de diciembre de 1890, asumiendo la presidencia Ignacio Alonso de Caso, siendo nombrado una vez más vicepresidente nuestro personaje Aceña. Durante este periodo se procedería la reforma del Convenio con el Ateneo, el cual fue objeto de debate en el seno del Mercantil en este periodo, por la necesidad que existía en un tanto las bases de dicha concordia, en atención tan solo de los perjuicios que se ocasionaban al Centro con el mayor ingreso de socios por aquel conducto, eludiendo el pago de cuotas de entrada por este (Junta General de Socios, 29 de junio de 1891). De esta manera se acordó un nuevo proyecto de bases de concordia con el Ateneo Hispalense, por la que se quedaba suprimida la base segunda al suprimir el carácter de socios mutuos de las dos corporaciones (29 de diciembre de 1891). El 29 de diciembre de 1891 sería renombrado Ignacio Alonso de Caso como presidente, siendo vicepresidente, Vicente Aceña. Aunque no tenemos constancia de este periodo de la segunda junta presidida por Ignacio Alonso de Caso, es posible que durante el primer semestre fuera dirigida interinamente por Vicente Aceña, que incluso presidió la Junta General Ordinaria de 29 de junio de 1892, mencionándose en ella el carácter de interinidad de la Junta Directiva, aunque ignoramos las causas. El 25 de diciembre de 1892, la Junta General de socios volvería a elegir presidente a José Montes Sierra. A partir de ahí, su vinculación al Mercantil seguiría siendo de un socio de número.
En 1895 moría Vicente Aceña que había sido uno de los socios más activos en los últimos años (Junta General Ordinaria de 29 de diciembre de 1895). Su hijo Vicente y José Aceña Fernández seguiría la estela de su padre al convertirse en agentes de aduanas y fundadores de una entidad conocida con el nombre los Hijos de Vicente Aceña. El primero de ellos fue propietario del Centro de Contratación de Automóviles situado en la calle Aduana, donde vendía el modelo Big Six de la casa americana Studebaker, y cuyo azulejo publicitario, realizado por Enrique Orce del taller de Ramos Rejano, aún se conserva en la calle Tetuán. Un epílogo excepcional que honraba la memoria de uno de los grandes e insignes fundadores del Centro Mercantil de Sevilla, Vicente Aceña Santa Cruz.
José Fernando Gabardón de la Banda
Profesor de la Fundación CEU ANDALUCIA
Doctor en Historia del Arte y Derecho