Sobre la caseta de 1905, que causó gran expectación en la sociedad sevillana, se realizó la reforma de la caseta de los años 20 según los proyectos de Aníbal González. Esta caseta no sólo quedó como recinto ferial, sino que se convertiría en sede social durante todo el año celebrándose conciertos, bailes e incluso juegos de tresillos entre socios.
Desde sus orígenes, el Centro Mercantil de Sevilla participó de la vida social de la ciudad, con una especial prestancia en la Feria de Abril, ya que desde finales del siglo XIX se intentó instalar una caseta de socios.
A principios del siglo XX, concretamente en 1904, consta ya la existencia de una caseta de estilo ‘orientalizante’ que, como reflejaba el número 20.363 del diario El Porvenir, causaría una gran admiración y recibiría una mención especial en la época “por su exquisito y caprichoso adorno con exornos de Francisco Anaya que fue admiración de todos”. Éste fue el director artístico y quien llevaría a que la caseta recibiera el primer premio con una decoración de claro estilo nipón, incluso con sombrillas orientales.
Caseta del Mercantil de 1904 de la fototeca municipal de Sevilla
Archivo Serrano
Un año después, la Junta Directiva presentó el proyecto de instalar definitivamente una caseta en el Real de la Feria a los socios en la Junta General Ordinaria de 25 de diciembre de 1904. El proyecto presentado estaría articulado en tres secciones: una parte de fundición con arreglo al plano por los Señores Pérez Hermanos, que ascendían a 37.500 pesetas, siendo por cuenta de estos señores el montaje de toda la parte contratada; la segunda parte o grupo del proyecto la formarían las obras de mamposterías, que habrían de constituirles 600 metros cúbicos cuadrados a un metro de altura sobre la superficie y cuyas obras serían encargadas al arquitecto Juan Talavera, socio del Mercantil, que ascenderían a unas 7.500 pesetas, sin precisarse una cantidad exacta, ya que estas obras de trabajos podrían conllevar otras no presenciales en el momento, que pudieran motivar una alteración del cálculo formado; y el tercer grupo correspondería a trabajos como carpintería, pintura, mamposterías, jardinería, lamparistas, mobiliarios y cuantos enseres fueran necesarios hasta quedar ultimadas las obras, para lo que señalaban la suma de 15.000 pesetas.
Una vez presentado el proyecto a los socios se expuso el modo en que se iba a pagar las obras de hierro, concertada en principio con los Pérez Hermanos, una de las múltiples fundiciones que se fueron extendiendo por la ciudad desde mediados del siglo XIX. Estos talleres habían nacido en los llamados Talleres de San Antonio, fundado por Narciso Bonaplata en 1840, cerca de la confluencia de las calles de Torneo y de San Vicente, siendo una de sus construcciones más significativa las piezas de fundición del Puente de Triana en 1850, y convirtiéndose en la fundición más importante de Sevilla. La propiedad pasó posteriormente a Pérez Hermanos. Una de sus primeras obras sería la fundición de la famosa Pasarela, obra del ingeniero Dionisio Pérez Tobía, y algunas de las más famosas farolas.
Foto tomada de un cuadro que cuelga del Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla
Con estos antecedentes, la caseta del Mercantil ya en los años veinte se había convertido en uno de los referentes de la Feria de Abril. Sería bajo la presidencia de Augusto Peyré cuando comienza el proceso de reforma de la caseta de 1905. De esta manera, la Junta Directiva reunida el 2 de enero de 1920 encomendaría a los Talleres Marvizón la reforma de la caseta que esta Sociedad posee en el Prado de San Sebastián (Junta Directiva de 2 de enero de 1920, p,261). Los Talleres Marvizón estaban situados en la calle San Vicente, 79, especializados en la construcción de molinos aceiteros. Con este objetivo, se constituyó una comisión de reforma de la caseta, de la que formaron parte los miembros de Junta: Jiménez, Taín, Rodríguez, Macías, Clavero, Fernández y Arévalo (Junta Directiva de 8 de enero de 1920, p.263). Como curiosidad, se indica, a continuación, el presupuesto que presentó Talleres Marvizón para instalar la caseta, lo que nos da una idea de la importancia económica que tenía la institución durante estos años. De la lectura del presupuesto se desprende la excepcional obra de forja que se iba a realizar en la reforma de la caseta. El proyecto presentado el 5 de febrero de 1920 fue el siguiente:
Sevilla 5 de febrero de 1920.
Sr. Presidente del Centro Mercantil de Sevilla.
Muy Sr. Mío: Atendiendo a los requerimientos de la Junta Directiva de ese Centro, a continuación, tengo el gusto de dar presupuesto para la reforma proyectada por Don Aníbal González, en el patio central de la Caseta de este Círculo.
Presupuesto
4 columnas de hierro fundido de 15 c/m de diámetro con capitel árabe.
4 ménsulas dobles de hierro fundido, de estilo granadino.
3 viguetas de hierro doble T de 28 cm. peralte, para formar el ojo del patio, desmontar las 20 columnas y arcos existentes en la Caseta y colocación del nuevo herraje con tornillos, remaches, Pesetas, 7.100.
Será de cuenta del Centro el recubrimiento de madera tallada para las viguetas, y en colocación, la parte de albañilería, andamiada y peones que se necesiten para el desmonte y colocación del herraje.
El peso total del herraje según cálculo es de 5.500 kilos.
La baranda que se ha de construir para la ampliación de las terrazas tiene un valor de 1´50 pesetas el kilo, siendo de mi cuenta su colocación, calculando que pesará el metro lineal de 25 a 28 kilos.
Dichos trabajos serán terminados en los primeros días del próximo mes de abril, salvo huelga o fuerza mayor.
Juan A. Marvizon
Curiosamente, se presentó un presupuesto alternativo por parte de la Fundición de Hierro Juan Miro, cuyo domicilio social estaba en la calle Rioja, 11, especializada también en prensas y molinos de aceites, trabajos de molinerías. El presupuesto está conservado en el Archivo del Círculo Mercantil, presentando los mismos elementos estructurales y ornamentales que el proyecto anterior. Finalmente, sería aprobado el proyecto presentado por Marvizón, ascendiendo la obra de herrería en 7.100 pesetas.
La obra de albañilería por su parte sería adjudicada a Aníbal González (Junta Directiva de 2 de febrero de 1920, p.267), y al carpintero Francisco López para la ejecución de los trabajos de carpintería (Junta Directiva de 2 de febrero de 1920, p.268). La caseta y los efectos allí almacenados estaría asegurada por la empresa la Unión y el Fénix con un coste de 20.000 pesetas (Junta Directiva de 25 de septiembre de 1919, p.246).
Así mismo, se fueron presentando varios presupuestos para la aplicación de pintura de la caseta. Conservamos uno de ellos, firmado por Teodoro Caloman, del 24 de marzo de 1920, en la que se puede precisar algunos elementos que constituía la estructura de la misma, así como el juego de colores que iba a presentar el conjunto:
Pintar la armadura de la montera de dos manos.
Pintar el hueco del patio de una sola mano.
Pintar por las dos caras todos los arcos, ménsulas y columnas del salón, repitiendo los mismos tonos que existen, de una sola mano y barnizarlas.
Pintar todos los paños de baranda al barniz, color verde bronce.
Pintar del mismo tono los cuatros candelabros de la fachada.
Pintar de blanco y de dos manos el varillaje de hierro para cortinas de la fachada.
Repasar al temple los paños de pared de entrada al comedor.
Pintar los pilares que sostienen el alambrado que forma baranda a la espalda de la caseta del mismo modo que los paños de baranda.
El presupuesto ascendería a 1800 pesetas.
Sin embargo, fue aprobado el proyecto de Juan Fernández Pineda, ya que con un coste de 1.400 pesetas era el más económico, aunque no conservamos con detalle en qué consistió la reforma (Junta Directiva de 25 de marzo de 1920, p.273). Lo que es cierto es que la caseta de la Feria estaría ya reformada en 1922, según la descripción que aparece en el Inventario de 1922: Una Caseta de hierro estilo árabe compuesta de portada, patio central y galerías, con 32 columnas de hierro con enjutas y arcadas árabes en la planta baja y veinte columnas corridas de persianas en la parte alta; montera de hierro y cristales y tableros de celosías; entramado para la techumbre y cubierta de chapa ondulada y galvanizada y setenta y cuatro metros de barandas con pilastras fundidas, paños de hierro dulce y decorado de fundición en la terraza, más veinte siete de baranda estilo árabe, decorada de fundición en el jardín, techo de lona y galerías con cortinas de lona; cuatro columnas fundidas para soporte de los focos eléctricos de la portada y una marquesina con catorce cartabones y tubos para toldos (Inv.1922, p.21).
Caseta del Mercantil de 1905
Sobre esta caseta se realizó la reforma de los años 20
Un paso más en la proyección social de la caseta del Mercantil vino con el envío de una solicitud al Ayuntamiento para que le fuera concedida una parcela de 408 metros cuadrados de terreno en la calle central del recinto ferial como ampliación de la caseta, la cual resultaba ineficaz (la que hasta este momento tenían) a causa del incremento que viene tomando este Centro por el constante ingreso de nuevos socios (Junta Directiva de 16 de marzo de 1922, p.68). Se tuvo entonces que gestionar un presupuesto para las obras de ampliación, entre las que se encontraba 2.700 pesetas referente al alquiler del tablado y la propia armadura en 4.729 pesetas, que quedarían en propiedad del Mercantil, acordándose con los propietarios del tablado que, a pesar de su elevado coste de alquiler, se le autorizase a dejarlo instalado hasta el mes de mayo, especificándose que empezase la obra sin pérdida de tiempo y que los gruesos de madera que habría que emplear en la armadura, debían de ser de pino de Flandes (Junta Directiva de 16 de marzo de 1922, p.69). En el contrato que el Mercantil acordó con los pintores, Juan Fernández y Eloy Zaragoza, se indica que debían pintar el ornamento en colores toda la parte estilo árabe y el resto en un solo color (Junta Directiva de 16 de marzo de 1922, p. 69). Con respecto a Eloy Zaragoza se acordó que se realizasen las gestiones necesarias para el pintado de un techo estilo árabe sobre lona, cuyo costo sería alrededor de mil pesetas (Junta Directiva de 16 de marzo de 1922, p.69).
El 24 de marzo de este mismo año, el Ayuntamiento de Sevilla concedería al Mercantil la ampliación del terreno solicitado en el Real de la Feria (Junta Directiva de 30 de marzo de 1922, p.73), un verdadero éxito en el seno del Mercantil. Y con el fin de darle un carácter permanente a esta ampliación, tal como se desprende del acuerdo de la Junta, se nombró para este fin una Comisión formada por Vega Rivero, Díaz de la Torre y Bermudo, Miró y Santolino (Junta Directiva de 1 de mayo de 1922, p.88). El vocal encargado de la Comisión de ampliación de la caseta, Vega Rivero, presentaría a la Junta el estudio que sobre el terreno habían efectuado para determinar los trabajos que habían de hacerse en la Caseta, proponiendo como más conveniente y beneficioso para la Sociedad, convertir en definitiva la ampliación actual, con algunas modificaciones convenientes, o sea, prolongar hasta el fondo la ampliación conseguida, formar jardín al frente y costado, basamento de cemento sobre cemento armado, prolongación de la verja actual, establecer todo el comedor corrido al fondo, ampliación de los retretes de señoras, guardarropa y habitación del guarda y modificación de los retretes de caballeros variando su entrada, acordándose solicitar al arquitecto Aníbal González el necesario proyecto para su presentación y aprobación (Junta Directiva de 21 de mayo de 1922, pp.90-91).
A raíz de la ampliación de la caseta se tuvo que alquilar un almacén (Junta Directiva de 22 de abril de 1922, p.81), con un precio de 1’50 pesetas diarias (Junta Directiva de 21 de mayo de 1922, p.89). Unos meses después, en octubre, la Junta Directiva acordó sacar a concurso las obras de reformas de la caseta en la feria con objeto de darle carácter permanente, anunciándolo en el patio del Centro y en la prensa local, a fin de que las entidades concursantes puedan estudiar el asunto y presentar sus presupuestos con arreglo a sus bases que se establecerían en la Secretaría (Junta Directiva de 12 de octubre de 1922, p. 138). Sería nuevamente el arquitecto Aníbal González quien enviaría los datos técnicos necesarios para proceder al concurso de las obras de la ampliación de la caseta, (Junta Directiva de 26 de octubre de 1922, pp.141-142). Una vez cumplido el plazo para resolver el concurso abierto para la adjudicación de las obras de ampliación de la caseta, se procedió a su elección, siendo los concursantes y sus respectivos presupuestos los siguientes: Vélez y Moreno (23.214 pesetas), Enrique Oñoro Cruz (11.500 pesetas), José Valois Salvador (19.485 pesetas), Ramón Fernández Robles (18.700), José Muñoz Gálvez (19.519 pesetas), Francisco Giménez (11.993 pesetas), Amadeo Saturnino (25.328 pesetas), José del Valle Pérez (14.380 pesetas) y Antonio Marcos y Enrique Bravo (16.998 pesetas).
Ante las distintas propuestas, se acordó adjudicar las referidas obras de la caseta, siguiendo los planos, mediciones y demás detalles propuesto por el arquitecto Aníbal González, al concursante Francisco Giménez, en la cantidad citada, pero siempre provisionalmente y a reserva de las garantías que dicho Señor ofrece (…) resulten aceptables para la Sociedad como favorable resultó su presupuesto, en cuyo caso se procedería a hacerle la adjudicación definitiva de las obras de referencias (Junta Directiva de 10 de noviembre de 1922, p.145), al mismo tiempo que se acordó acusar recibo a los demás concursantes de sus presupuestos respectivos y también tener presente al hacer la adjudicación definitiva de estas obras, la posibilidad de la traslación de la Feria a otros terrenos, en plazo más o menos largo, según se ha dado a conocer por la Alcaldía (Junta Directiva de 10 de noviembre de 1922, p.145). Finalmente, el 16 de noviembre de 1922, se adjudicaría definitivamente la ampliación de la caseta comunicándosela por escrito por doble carta, una de las cuales debía de devolverlo a la Secretaría, dando su conformidad, advirtiéndole que debía de comenzar las obras inmediatamente y entregarlas completamente terminadas dentro del próximo mes de febrero, a cuyo efecto debe de ponerse en comunicación con el Señor Aníbal González, arquitecto de la Sociedad, para cuantos datos necesite a fin de llevarla a buen término el citado trabajo (Junta Directiva de 16 de noviembre de 1922, p.148).
La vida social de la caseta tuvo que ser en muchas ocasiones regulada por la Junta Directiva para poder solucionar los múltiples conflictos que se producían en la misma. Se prosiguió el acuerdo de cobrar el acceso de los forasteros a la Caseta, incrementándose en este año a veinte pesetas para los cuatros días (Junta Directiva de 30 de marzo de 1922, p.73), así como unas tarifas de coches al servicio de los socios del Centro: se acordó un precio para cada uno de los días de Feria y por carruaje de 100 pesetas, para lo que había que hacer las peticiones por escrito a la Secretaría de la Sociedad, ya que debido a la demanda se realizaba un sorteo (Junta Directiva del 6 de abril de 1922, p.78). El Mercantil comenzaba una política de acogimiento de los sectores sociales necesitados, organizando algunas comidas como el destinado a los niños del Asilo y del Hospicio de Sevilla (Junta Directiva de 6 de abril de 1922, p.77). Estaba animada por grupos de música, como fue el caso de Enrique de Torre, el director del Quinteto Musical, con unos honorarios de trescientas pesetas diarias, durante los días de Feria y cuarenta y cinco durante el verano (Junta Directiva de 31 de marzo de 1921, pp.341-342).
La ampliación de la caseta de Feria se vería paralizada al comienzo del mandato de la Junta Directiva presidida por César Alba, a causa de las complicaciones surgidas por lo que respecta al desagüe y reparto de los nuevos servicios de higiene, habiéndose encargado al arquitecto D. Aníbal González que emitiera un informe en forma simple, que pasará a estudio de la Directiva (Junta Directiva de 11 de enero de 1923, pp.172-173). Se nombraría para este fin una comisión que estaría formada por Arturo San Martín, Francisco Pérez Salado y Miguel López Durende (Junta Directiva de 11 de enero de 1923, p.173). Unos días después sería aprobado el informe del arquitecto Aníbal González como así consta en el acta: Examinado el presentado por Don Aníbal González se aprueba en principio a resulta del costo que puedan originar las nuevas dependencias del guarda, de lo que se acuerda pedir un avance del presupuesto y resolver entonces lo más conveniente (Junta Directiva de 31 de enero de 1923, p.182). Un paso más sería la aprobación del proyecto del alcantarillado, por lo que el presidente informó de la elaboración de haber encargado el presupuesto (Junta Directiva de 6 de febrero de 1923, p.185), acordándose proceder hacer el alcantarillado en la Caseta con arreglo al presupuesto presentado por Aníbal González (…) (Junta Directiva de 22 de febrero de 1923, p.190).
El uso de la caseta del Prado de San Sebastián no sólo quedó como recinto de la Feria de Abril, sino que se convirtió en una sede social durante todo el año, donde se celebraban conciertos o bailes, y también se empleaba para los juegos de tresillos que se organizaban entre los socios. Curiosamente un conserje se quejó a la Directiva de que algunos socios se quedaban jugando al tresillo y dominó en la caseta hasta las dos de la madrugada, ocasionando el trastorno consiguiente a la servidumbre que tiene que permanecer a su servicio y el gasto excesivo de fluido, por lo que la Junta Directiva no tuvo más remedio que acordar fijar un anuncio en la caseta en la que se establecía un horario de nueve a doce de la noche, que ya se había establecido en la circular del 15 de mayo de 1921, debiendo de terminar los juegos de tresillo a la una de la noche como máximo, por la necesidad de relevar a los empleados que prestan servicios en la misma (Junta Directiva de 30 de junio de 1921, p.377). En julio de 1921 todavía seguía existiendo algunas quejas de los conserjes en la propia sede social, ya que algunas partidas de juegos de póker duraban hasta las dos de la madrugada, por lo que la Junta Directiva acordó cada dos horas se pagasen dos pesetas por asiento (Junta Directiva de 14 de julio de 1921, p.383).
En definitiva, una caseta de Feria que se adaptaba a todo uso a lo largo del año. La caseta de los años 20, una caseta reformada según los proyectos de Aníbal González. Unos meses después, comenzaría a gestionarse la reforma del inmueble de la calle Sierpes.
José Fernando Gabardón de la Banda
Profesor de la Fundación CEU ANDALUCIA
Doctor en Historia del Arte y Derecho