En algunos de los libros custodiados por la entidad en su sede cultural de la calle Sierpes es posible encontrar “ex-libris”, esto es, sellos cuyos orígenes datan de la Edad Media con un gran valor histórico y simbólico. Te explicamos su origen y te mostramos uno de ellos.
De manera habitual, ponemos nuestro nombre en los libros de estudio o de lectura para indicar la pertenencia de los mismos y evitar, en ciertos casos, su desaparición. De algún modo, solemos dejar seña de nuestra identidad en las portadas de estos o bien en las primeras páginas del libro. Unos, sólo añaden el nombre; otros, la fecha o lugar de adquisición. De esta manera, los libros han ido dejando su rastro a lo largo de la historia por dondequiera que han pasado; quién lo leyó, quién lo regaló, a quién pertenece, de dónde vino…
Entre los ejemplares del fondo antiguo bibliográfico del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla encontramos numerosas “cédulas” o sellos adheridos en el reverso de la tapa. En su mayoría, estos sellos tienen su origen en antiguas y conocidas librerías que la ciudad sevillana ha proporcionado durante su trayectoria histórica y que hoy en día no existen por diferentes motivos (Librería Católica de Rafael Rodríguez Gil en C/ Tetuán, Librería, papelería y objetos de escritorio de Sandalio Peralto en C/Salmerón o la librería Oliam en C/ Álvarez Quintero, entre otras).
Por su parte, también son abundantes los sellos de identidad pertenecientes a librerías nacionales españolas o internacionales.
Sin embargo, tras el estudio bibliográfico realizado durante varios meses, no pasa desapercibido un tipo de sello en particular el cual aparece en diferentes ejemplares y cuyo esbozo nos hace aventurar su encaje con una cronología no muy lejana a nuestros días. Aun así, preserva cierta antigüedad, dado que su estado de conservación se encuentra un tanto deslucido por el paso del tiempo. Hablamos de un tipo un sello de identidad conocido en el mundo bibliotecario como “ex-libris”.
¿Qué es un “ex libris”?
Un “ex libris” es un elemento calificado como parte del patrimonio bibliográfico y documental de una entidad o particular, el cual está formado por los bienes culturales que surgen de la cultura escrita y que, además, se conservan por la importancia que adquieren, declarándolos únicos e irreemplazables.
A lo largo de la historia han sido numerosos los diferentes soportes y materiales de escritura que se han utilizado a la hora de plasmar cualquier texto o grabado. No obstante, la aparición de la imprenta (1440) favoreció a la humanidad brindándole todo un amplio catálogo bibliográfico, repletos de textos, grabados o sellos impresos (“cédulas”) de la época. Como es sabido, desde el momento en el que un libro salía a la luz, éste podía pasar por varios poseedores a lo largo de su vida, por lo que necesitaban de una seña o marca de identidad (“ex libris”) que diese conformidad a la potestad de un único titular sobre el mismo.
De acuerdo con la Real Academia de la Historia (RAH) podemos definir “ex-libris” como una “etiqueta impresa que acredita la posesión de un libro y que generalmente va pegada en el interior de la tapa”. Así mismo, el diccionario de la Lengua de la Real Academia Española (2001), matiza su definición afirmando que un “ex libris” es aquella “etiqueta o sello grabado que se estampa en el reverso de la tapa de los libros, en la cual consta el nombre del dueño o el de la biblioteca a la que pertenece el libro”. Por su parte, Bouzá (1990, p. 21) especifica que “han de ser dibujados expresamente para el uso a que se destinan, desarrollar una idea decorativa o un símbolo referente a su propietario y que no se lo emplee en ninguna otra misión”.
Bien es cierto que, los primeros “ex libris” que se usaron en los códices se plasmaban directamente en ellos al finalizar su escritura, sin embargo, con el tiempo el “ex libris” se trató como un elemento ajeno al libro ya que se añadía una vez impreso y encuadernado. Actualmente, los “ex libris” suelen ser fragmentos de papel pegado a un libro donde aparece el nombre del propietario precedido de “Ex libris” u otra expresión equivalente (“Ex bibliotheca”, “Soy de...”), y que en ocasiones va acompañado de alguna figura simbólica y de una leyenda alusiva a la profesión o gustos de quien es poseedor del libro. Es lo que ocurre con el ejemplo de “ex libris” perteneciente al Mercantil, el cual trataremos más adelante.
¿Por qué “ex libris”?
Dentro de la evolución histórica de las marcas de propiedad podemos encontrarnos desde el simple nombre o firma del propietario, al escudo familiar, un grabado intaglio en la página de cortesía, hasta llegar a los “ex libris”.
El término “ex libris”, por el cual denominamos a la cédula o trozo de papel impreso en forma de etiqueta, procede de una locución latina que significa literalmente “de los libros”, “libro de” o “de entre los libros”. La expresión comienza a arraigarse a principios de siglo XV, coincidiendo con los primeros años de la imprenta, cuyo fin no es otro que declarar la pertenencia del mismo a una persona, institución, archivo o biblioteca. No obstante, de manera anterior a la imprenta, en la Edad Media, ya se emplearon expresiones latinas como “Hic est liber...” o “Iste liber est de...” para designar la propiedad de una obra bibliográfica.
Actualmente los “ex libris” más antiguos se mantienen conservados en países como Alemania, Francia y España, datando estos del siglo XV y XVI respectivamente.
Partes de un ex libris
Generalmente, en sus orígenes los “ex libris” contaban con cuatro elementos principales: un dibujo o grabado que puede reflejar la personalidad, ocupación, intereses o tendencias filosóficas o políticas del propietario; un lema o frase que puede ser alusiva o no al dibujo, los datos personales del propietario -nombre casi siempre-, bien en latín o bien en lengua común, y la leyenda “ex libris” u otra expresión equivalente.
Un “ex libris”, dentro de ese amplio abanico de patrones, puede llegar a ser variopinto en función del tamaño, tipología y simbología. Estos se adhieren al interior de la tapa principal de los libros, en la página de cortesía o bien en la portadilla.
En cuanto a temática de grabado, los ejemplos más antiguos emplean escudos heráldicos, imágenes de contenido alegórico o simbólico, relacionadas con la profesión, actividad, gremio o afición del dueño. Igualmente, encontramos mucho contenido erótico, de tema “macabro”, monogramas, etc. Por último, son frecuentes también los motivos relacionados con el mundo del libro y las bibliotecas.
Conforme a la costumbre de alumbrar un “ex libris” con elementos heráldicos o de identidad, hay que señalar que esta ha perdurado hasta nuestros días. Sin embargo, es a partir de la Edad Contemporánea cuando el “ex libris” se convertiría en un elemento de gran belleza, pues lo grabados utilizados mostraban la idea principal como un lema o una figura artística bellamente delineada cuya seña de identidad son indicadoras de los variados gustos artísticos y de las técnicas tipográficas utilizadas para la época.
“Ex libris” encontrado en el Mercantil
Aunque carecemos de información y los datos históricos que poseemos sobre este sello son un tanto exiguos, se garantiza que nos encontramos ante un “ex libris” de carácter impreso para el que se utilizaron técnicas tales como la tipografía o el grabado. Como dato curioso, hay que decir que se utilizaba este tipo de procedimiento cuando los ejemplares eran limitados, ya que se recurría al fotograbado u otro procedimiento similar que facilitase la reproducción de copias sin desgastar el original. Estos tipos de sellos se hacían sobre hojas de papel para ser pegados en el libro, tal y como podemos observar en la imagen. En nuestro caso, el “ex libris” hallado en la biblioteca del Círculo Mercantil e Industrial, presenta todos los elementos característicos de los que se ha de componer dichas “etiquetas”.
En primer lugar, en este sello el término “ex libris” desaparece para dar paso a la expresión “Soy de...”, (1) la cual va continuada por el nombre de la institución que da salvaguarda a este ejemplar, “Casino Mercantil de Sevilla”. (2)
De manera análoga, en la parte inferior apreciamos un grabado alegórico, con un sol centelleante situado en la parte central. Esta alegoría o grabado simbólico hace alusión directa a la imprenta o sede tipográfica en la cual ha sido editado e impreso el ejemplar, en este caso “Artes Gráficas Sol”. (3)
Por último, en el interior del grabado, sobre una especie de filactelia, encontramos una leyenda o frase inserta donde se puede leer con claridad “El sol me luzca”, expresión procedente del refranero latino cuya locución original sería “El sol me luzca, que de la luna no he cura”. (4)
Isabel Matas Cabrera
Máster Universitario en Arte, Museos y Gestión del Patrimonio Histórico
Estudiante en Prácticas en el Círculo Mercantil encargada de tareas de inventariado de la biblioteca del Círculo Mercantil
Referencias bibliográficas:
Biblioteca Nacional de España (1904). “Revista Ibérica de Exlibris”, Volumen II.
CUESTA DOMINGO, Mª DEL PILAR, “Ex-Libris en la real Academia de la Historia. Notas para un estudio” (2015)
Centro de documentación histórica “Rafael Montejano y Aguiñaga” (2018). “El arte de marcar un libro. Ex Libris en San Luis Potosí”.