Este presidente del Centro Mercantil entre los años 1919 y 1920, comerciante fundador de la firma Peyré S.A y creador de modelos de gestión pioneros, se convirtió en un verdadero defensor de los intereses profesionales del sector comercial en unos años de inquietudes políticas y sociales.
No cabe duda de que la historia del Mercantil ha estado siempre relacionada con la historia social de nuestra ciudad, no solamente en el ámbito festivo, sino como institución reivindicadora de los intereses profesionales que representaba el sector mercantil de la ciudad. Quizás sea la figura de Augusto Peyré una de las muchas personalidades que jugaran un papel trascendental a la hora de conjugar los derechos de los comerciantes propietarios y los propios dependientes, en unos años críticos como fueron los de 1919 y 1920 difíciles en inquietudes sociales y políticas. Y es que la llegada de Augusto Peyré a la presidencia del Centro Mercantil tras la muerte de José Montes Sierra, se convirtió en un nuevo revulsivo para la entidad, la cual intentaba adaptar su estructura a la nueva sociedad que estaba surgiendo en esos años, albores de la modernidad española. El perfil profesional de Augusto Peyré lo podemos incluir en el modelo de comerciante extranjero instalado en Sevilla, que iría a fraguar una amplia fortuna con la actividad comercial que va a ir gestionando durante años, gracias a su pericia y habilidad.
Augusto Peyré Sarrat era francés, había nacido en Saucede, pero muy pronto, con catorce años (1877) emigró hasta El Coronil, al ser llamados por unos parientes lejanos, los Candau, quienes se habían instalado en la época de Napoleón, para que viniese a trabajar en la tienda de tejidos que poseían. En Sevilla empezó a tratar con la firma Basilio Caminos y Hermanos, una empresa de textil que había sido fundada con el nombre de las Filipinas, convirtiéndose en 1892 en su apoderado. En 1899 se traspasa el negocio mediante una sociedad en comandita formada por Augusto Peyre, Vadillo y Zabala, que duró diez años, hasta 1914 quedando entonces como único propietario. La firma Peyré S.A. nacería en el año 1936.
Sería en este momento cuando irían integrándose algunos de sus sobrinos como Juan Bautista Lahore Peyré y su hermano Augusto, más tarde Juan Bautista Masigoge Peyré, Juan Haurie y Juan Bautista Pommarez[1]. José Luis Haurie lo definiría como un hombre de una inteligencia excepcional, de ideas muy claras y trato exquisito. Con 42 años contrajo matrimonio con su sobrina Doña Juana Peyre Estougeit de 18 años, aunque no tuvieron descendencia, siendo sus sobrinos los que continuarían con el negocio. Se convirtió, sin ninguna duda, en el comerciante más innovador del comercio sevillano de principios del siglo XX.
Fotos de Diario de Sevilla
Y es que como ya señaló el profesor Braojos, el éxito llegaría con las innovaciones que incorporó a su propio negocio, que revolucionó el mundo comercial sevillano como fue el precio fijo de cada artículo, la media en el sistema métrico decimal, una red de comisionistas de compras que enviaban la mercancía a Sevilla usando el vapor e incluso incluyó la venta por catálogo. De la misma manera, fue uno de los primeros comerciantes que introduce la mejora entre sus dependientes, contando con un pensionado para sus aprendices en la que no solamente le proporcionaba una manutención, sino incluso le abría una cuenta de ahorro en las que le ingresaba parte de su salario e incluso les ayudaba a establecerse por su cuenta. De esta manera, los almacenes Peyre se había convertido en el establecimiento más importante de la ciudad, junto con la casa de tejidos Ciudad de Sevilla, que estaba ubicada en la calle Casquero y Cía., en la que se vendía moda parisina, teniendo a su cargo más de cien operarios. Como citábamos anteriormente, en 1936 nacería Peyre S.A. Los almacenes estarían instalados en la antigua casa de Gonzalo Argote de Molina, humanista del siglo XVI, adaptando en 1919 el arquitecto Aníbal González el inmueble renacentista, dándole un uso de mercaderías y tiendas al público.
Augusto Peyre llegaría a ser presidente del Mercantil con un escrutinio de 402 votos, lo que supondría un fuerte respaldo por parte de la masa social, tomando posesión el 2 de enero de 1919 (Junta Directiva de 2 de enero de 1919, p.208). Su Junta Directiva estaría formada por Julián Íñiguez, como vicepresidente; Clemente Velasco como tesorero; Juan Santamaría, contador; José Borrego López, secretario y los vocales, Juan Molano, Manuel Casellas, Teosforo Sorostegui, Manuel Casellas, Manuel Daza, José Jiménez, Diego Algarín Gómez, Juan Antonio Marvizón, Manuel Casado Muñoz, Máximo Hortal, José Bohorquez, Rafael Ochoa, Eduardo Rodríguez Díaz, José Macías Macias, José Gordillo, Gabriel Márquez y Luis Tain Leiva. (Junta Directiva de 15 de abril de 1920, p.276).
En la etapa en que Peyré se convierte en presidente, el Centro Mercantil sería una de las pocas instituciones sociales, por no decir la única, que jugaría un papel primordial en la defensa de los intereses profesionales de los comerciantes, en unos momentos tan cruciales como fueron los años 1919 y 1920, críticos en la vida política española, a raíz de las crisis sociales que habían generado los conflictos laborales. Una de las primeras actuaciones en esta línea fue el apoyo que dio el Mercantil a la instauración del Retiro Obrero Obligatorio (1919), la protección estatal de las sociedades de ayuda mutuas o el nacimiento en este año del Ministerio del Trabajo. Las huelgas en el sector del comercio se sucedían, muchas a instancias de algunos colectivos sociales como la Asociación de Dependientes Mercantiles, que en más de una ocasión pidieron al propio Centro Mercantil que apoyase sus medidas, aunque la Junta Directiva nunca se adhirió a ellas ante el temor de aumentar la intranquilidad reinante (Junta Directiva de 6 de febrero de 1919, p.218). Muy particular fue la intervención del Mercantil en la huelga de carreros y trabajadores de muelles, al afectar directamente al comercio, enviando una instancia al Gobernador Civil de la Provincia y al Alcalde en la que solicitaba que fuesen condonadas por las compañías de ferrocarriles los derechos de almacenaje a causa de la huelga de los carreros; que fueran establecidas las tarifas especiales de transportes para ferrocarriles junto con la reducción del flete de cabotajes; y que se pudiera evitar el robo de las mercancías en los trayectos y estaciones de ferrocarril (Junta Directiva de 27 de marzo de 1919, pp.227-228).).
Uno de los grandes problemas que tuvo que enfrentar el sector fue el de la apertura de las tiendas y locales comerciales, en un momento en que se estaba reivindicando la jornada de las ocho horas. La Asociación de Dependientes Mercantiles instó al Centro Mercantil a apoyarles en sucesivas ocasiones (Junta Directiva de 15 de mayo de 1919, p.230), así como la propia Junta de Reformas Sociales, pidiendo al cierre de los establecimientos durante las dos horas de la comida. Sin embargo, como se puede leer en las actas, hubo grandes discrepancias entre los propios miembros de la Junta Directiva del Centro Mercantil, ya que cada uno de ellos reivindicaba intereses propios de cada sector al que pertenecía, y algunos se oponían ya que como se puede leer textualmente eran opuestos al cierre en dichas horas porque merman el poco tiempo de que dispone para compras la numerosa clientela que viene en los trenes de la mañana para irse por la tarde, hay también opiniones muy entendibles en favor de lo contrario, pareciendo por lo tanto el más justo medio que cada gremio diera al asunto la solución más adecuada a sus necesidades peculiares (Junta Directiva de 28 de mayo de 1919, pp.231-232). Incluso algunas asociaciones patronales, como la de Confiteros y Pasteleros, solicitaron el apoyo del Mercantil para que no fueran obligados a cerrar a las nueve de la noche, tal como disponía la Real Orden del 12 de junio de 1919, por lo que se dirigió una instancia al ministro de la Gobernación para que fuera escuchada la propuesta (Junta Directiva del 25 de septiembre de 1919, p.246). Se acordó por consiguiente dirigir un telegrama al ministro de la Gobernación protestando respetuosamente de los perjuicios que irroga a este comercio e industria la implantación de la jornada de ocho horas y otra a la Cámara de Comercio de Madrid, adhiriéndose a la campaña que había organizado y que se fueron uniendo en toda la geografía española (Junta Directiva del 25 de septiembre de 1919, p.246).
El Mercantil adoptó una postura intermedia, por lo que con objeto de estudiar la mejor armonía entre la aplicación de la ley de jornada de ocho horas y los intereses mercantiles se nombraría una comisión compuesta por Ochoa, Hortal y Sorostegui, con amplia libertad de acción para el mejor desarrollo de su gestión y con absoluta independencia (Junta Directiva de 2 de octubre de 1919, p.248). Se acordó por fin que el lunes se convirtiera en el día de descanso para aquellos dependientes que hubiesen trabajado los domingos, siendo apoyada tal medida por el Centro Mercantil, como queda constancia de una instancia informativa recibida de la Junta Local de Reformas Sociales (Junta Directiva de 11 de diciembre de 1919, p.257). Unos días antes, el primero de octubre entraría en vigor el Decreto obligatorio que establecía la jornada laboral de las ocho horas. Unos meses después se celebraría en Madrid para analizar la nueva situación en la que el Mercantil, representado por el propio Peyré acudiría a la invitación (Junta Directiva de 4 de marzo de 1920, p.271). Unos meses antes, la defensa de los intereses del sector por parte del Mercantil y su presidente Peyré había seguido presente con el nombramiento como vocal de la Junta Local de Reformas Sociales a uno de sus miembros directivos, Máximo Horta, así como su participación en la Asamblea de la Federación Gremial Española, en Granada, en la que se debatían los problemas propios del sector del comercio (Junta Directiva del 26 de febrero de 1920, p.270).
Desgraciadamente las convulsiones sociales seguirían llegando a su punto culminante en los días 8 y 14 de abril: la conocida como Semana Trágica de Barcelona. El Centro Mercantil de Sevilla no quedó ajeno al hecho ya que enviaría un telegrama al presidente del Consejo de Ministros para expresar la enérgica protesta de este Centro por los actos antipatrióticos ocurridos recientemente en Barcelona (Junta Directiva de 6 de mayo de 1920, p. 279). Sin embargo, unos meses después, el Mercantil apoyó la suscripción realizada por el Noticiero Sevillano de 169 pesetas a favor de los hijos de los huelguistas de Río Tinto, que se unieron a las 81 pesetas recaudadas en el patio entre los socios, formando un total de 250 pesetas (Junta Directiva de 26 de agosto de 1920, p.295).
Peyré, un hombre cultivado en el mundo del textil, apoyó como presidente la constitución de la Unión de Dependientes Mercantiles de Tejidos, cuyo presidente fue Adolfo Rivas y el secretario Alfredo Moreno, convirtiéndose el Centro Mercantil en la institución social que apoyó más ampliamente su constitución. Ya consta en el Archivo del Mercantil una instancia con fecha de 25 de mayo de 1920 en la que se anunciaba que el 24 de abril quedaba constituida legalmente. Incluso en la instancia del 6 de octubre de 1920 se reconocía el apoyo institucional que había mostrado el Mercantil en su constitución, en estos términos: Tenemos el honor de participar a V. que esta Sociedad ha instalado definitivamente su domicilio social en calle Sierpes 54 y 56 pral. donde al ofrecernos a V. y a la Junta Directiva de su digna Presidencia, no es muy grato el expresarles nuestro agradecimiento por las facilidades que en todo momento nos ha dispensado para la formación de esta Sociedad. El 30 de diciembre se confirmaba que la Junta Directiva del Mercantil de Sevilla había accedido a convertirse en socio protector de la Unión de Dependientes Mercantiles de Tejidos de Sevilla.
Como podemos perfilar Augusto Peyré no sólo fue un comerciante eficiente del sector productivo de la ciudad, sino al mismo tiempo en su etapa de presidente del Centro Mercantil se convirtió en un verdadero defensor de los intereses profesionales y apoyó algunas de las reivindicaciones de los propios dependientes en un intento de conseguir una cierta protección social. Moriría ya lejos de aquella época, en 1960, y sus restos se guardan en el panteón familiar, trazado por Aníbal González entre 1924 y 1925. En 1921 dejaría al Centro Mercantil en un buen momento de su historia, siendo reconocido por los propios socios al ser nombrado socio de honor en la Junta General Ordinaria celebra el 26 de junio de 1921.
José Fernando Gabardón de la Banda
Profesor de la Fundación CEU ANDALUCIA
Doctor en Historia del Arte y Derecho