Antonio de la Rosa y Emilio Ruciero cumplen junto a otros 10 socios sus 50 años de pertenencia a la entidad, toda una vida siendo parte de un club que se ha ido transformando a lo largo de su historia.
1968 fue el año en el que comenzó a fraguarse uno de los más importantes proyectos del Círculo Mercantil: las Instalaciones Deportivas. Bajo el mandato de Vicente del Pueyo y con el deseo de dar respuesta a los deseos e inquietudes de una nueva sociedad sevillana que vivía el desarrollo y la bonanza económica de final de década, el Círculo Mercantil plantea la construcción de una sede deportiva en el barrio de los Remedios, junto al río. Así es como el Mercantil deja de ser una institución exclusivamente marcada por el asociacionismo e intercambio comercial y pasa a transformarse en muy poco tiempo en un club social y deportivo, sin llegar nunca a perder su esencia, origen y valores.
Emilio Ruciero fue de los socios que aprovechó el anuncio en periódicos de la época, “donde se decía que el Mercantil buscaba titulados para financiar el proyecto y ser parte de la entidad”, comenta este socio que aportó su título de Perito Mercantil para acceder a la institución de la que siempre había soñado ser. Prueba de ello es que desde hacía muchos años “me colaba en la caseta porque me encantaba y a mi madre le insistía continuamente en que quería hacerme socio”, recuerda. A partir de ahí combinó su pasión por el fútbol- perteneció incluso a divisiones regionales- con el tenis. “Me proclamé subcampeón de la copa de otoño y campeón de consolación en el trofeo internacional verano en Punta Umbría”, como refleja la memoria del ejercicio del año 1975 del Círculo Mercantil.
Antonio de la Rosa, en cambio, forma parte de la entidad por tradición familiar ya que su padre, al igual que él, era comerciante de ganado. Aún en activo rememora aquellos encuentros en la calle Sierpes, cuando no existía Internet “y la única manera de conocer el precio de la cebada o el cereal era reunirse en persona con el agente o corredor”. Pero antes de eso, este socio de honor ya correteaba por la sede de Sierpes y como comenta algún que otro domingo “venía al baile que se organizaba para los chiquillos en una de las salas de exposición”. Una vez formada su familia, sus tres hijas pertenecieron durante varios años a la sección de natación sincronizada y así fue creciendo el arraigo a la entidad.
Este sábado 18 de mayo, Antonio de la Rosa y Emilio Ruciero serán, junto con el resto de los socios homenajeados que cumplen sus bodas de oro y plata en el Círculo Mercantil, dos de los protagonistas del acto “Antigüedad25”, un evento pensado y creado para reconocer la fidelidad y cariño de nuestros socios.