El pasado sábado tuvo lugar la segunda salida de senderismo del curso que ofreció un gran número de aventuras a nuestro grupo de socios.
Tras el éxito de la pasada ruta de senderismo, la lluvia no mermó en gran cantidad el número de participantes que acudieron en esta ocasión a la actividad que complació con creces todas las expectativas. Nuestro guía particular, Tato, nos cuenta de primera mano la experiencia vivida:
Esta ha sido, probablemente, una de esas rutas que los asistentes recuerdan cuando, tiempo después, se habla de senderismo en el Mercantil.
Ya empezó llamando mi atención cuando al subir al autobús aquí aún, en la puerta de las instalaciones, vi que de los 22 socios e invitados que se habían animado, a pesar de la anunciada lluvia, me faltaban 6. Y que tras llamarles por teléfono se confirmaba que no contaríamos con ellos.
El viaje hasta el sitio, bien. Con desayuno en una muy multitudinaria venta, pero que funcionó rápido a pesar del corte de luz que sufría el polígono donde se encontraba.
En el tramo de carretera de montaña nos retuvo un poco una acumulación de 4x4 que iban de montería y que trataban de estacionarse en un inexistente arcén ocupando casi media calzada.
La ruta en sí se inició subiendo la ladera nororiental de la Sierra del Aljibe, tramo bien conocido de muchos de nuestros senderistas habituales.
Pasamos la aldea de la Sauceda y algo más arriba nos desviamos de la subida al pico para, pasando en un collado el límite entre Málaga y Cádiz, comenzar a bajar la garganta del Montero.
Aquí se torció la actividad: nos encontramos de repente con un cazador de otra montería (es la época). Optamos por readaptar la ruta y retrocedimos hasta retomar la subida al pico, que estaba cubierto de niebla y con un potente viento del norte.
Aun así, nos parapetamos tras las grandes rocas de la cima para tomar el merecido bocata e iniciamos el descenso por la pista que va directa al Área Recreativa del Picacho.
Durante la bajada conectamos con el chófer del autobús para decirle el nuevo lugar de recogida. Pero cuando finalmente llegamos allí, no había rastro de él. Y sin cobertura, a 13 kms del pueblo más cercano, barajaba la posibilidad de parar alguno de los escasos vehículos que pasaban para acercarme al pueblo y tratar de averiguar, vía móvil, su paradero.
Por suerte, el primero que pasó nos dijo que el bus estaba estacionado dos kms carretera arriba y, tras una caminata a paso ligero, llegué hasta donde se encontraba y me lo traje hasta el grupo.
Al final, como siempre, todo el mundo contento y con la sensación añadida de la aventura que termina felizmente en la puerta del Mercantil.
La próxima salida está prevista para el sábado 24 de noviembre al pueblo de Alcoutim.